En una soleada mañana de noviembre, y tras atravesar paseando el siempre bullicioso Mercado Central, nos acercamos hasta el barrio de San Pablo. Allí nos espera en su casa Javier Ruesca Ferruz. Amante del arte, de la decoración y responsable de comunicación y organización interna de la Fundación la Caridad. Javier vive en un coqueto piso que es toda una demostración sobre cómo aprovechar al máximo los 42 metros cuadrados que tiene su casa.
El protagonista de nuestro reportaje de hoy vive allí desde 2008. La vivienda era de obra nueva y, tras adquirirla, Javier tuvo que hacer una serie de reformas para hacerla suya y adaptarla a sus gustos y necesidades. “Necesitaba conseguir que la casa fuera acogedora a la par que aprovechaba al máximo el espacio, ya que me apasiona la decoración, el arte, comprar y coleccionar cosas… Necesitaba meter muchas cosas sin que hubiera sensación de agobio”, explica Javier mientras tomamos un café en un salón que es como una pequeña galería de arte.
Una obra nueva que fue reformada
Para conseguir transformar la casa, Javier modificó la cocina, instaló una pared de cristal sobre la encimera para integrar la cocina en el salón, pero manteniendo la separación de ambos espacios. En una de las paredes de la cocina, luce esplendoroso un papel pintado de inspiración botánica de la firma Cole & Son.
Durante el proceso de reforma también cambió las baldosas del baño y de la cocina, instaló puertas blancas para darles luminosidad, quitó el estucado, y puso iluminación en sitios que no fueran lo común. “Como ves, hay muchas lámparas auxiliares, porque no me gusta la luz cenital, prefiero las luces indirectas que ayudan a crear ambiente”.
Para aprovechar al máximo el espacio, Javier encargó muebles a medida. En parte de esos muebles hay libros, muchos libros “y eso que muchos de los libros que tengo están guardados porque no me caben”. Algo similar sucede con los cuadros. Cuando entras, te sorprende la gran cantidad de obras que cuelgan de las paredes o que se apoyan sobre los muebles.
La casa de javier Ruesca Ferruz, una pequeña obra de arte
“Me gusta mucho el arte. Por suerte, he podido entrevistar a muchísimos pintores a lo largo de mi vida”. Porque aunque Javier trabaja en la actualidad en La Caridad, anteriormente fue diseñador gráfico, trabajó en el ámbito de la formación y también fue periodista en varias revistas zaragozanas.
Precisamente, gracias a ese trabajo, Javier ha podido entrevistar a pintores, escritores, o actores y actrices. A raíz de una de esas entrevistas surgió la pasión por coleccionar obras de arte de nuestro protagonista de hoy. “Entrevisté al pintor Juan Carlos Calleja; nos hicimos amigos, y realmente, le adoro, he seguido su trayectoria desde sus inicios, porque creo que nos conocimos en 1997. Incluso me dio la opción de escribir la introducción de uno de sus catálogos, que para mí fue un orgullo. Y me regaló una obra que me hizo muchísima ilusión, y que fue el principio de mi colección de cuadros. Ahora por ejemplo, en casa tengo cuatro obras de Calleja”, explica Javier.
Junto a la obra de Calleja, hay otra obra por la que Javier siente pasión. Se trata de una obra de Nacho Rodríguez que tiene una historia muy especial: “Cuanto yo estudié ciencias de la comunicación, uno de mis profesores, Fernando Vallejo, nos hacía escribir mucho, y sobre historias curiosas. Un día nos hizo escribir sobre la democracia, y como yo quería huir de los típicos textos sobre el sistema político, pensé que tenía que montarme una historia, una metáfora o algo que pudiera describir la democracia. Entonces, creé una historia de unas abuelas a las que llamé las viejas cotillas, que lapidaban a otra anciana en la playa, la dejaban secar al sol para que muriera lentamente, mientras ellas veían cómo sufría antes de morir. Con el tiempo, cuando fui al estudio de Nacho Rodríguez, vi un cuadro con estas caras todas pegadas, y dije, esas son las viejas cotillas que yo me imaginaba. Así que ese cuadro tenía que ser para mí, y Nacho me lo firmó, puso incluso algo de las viejas cotillas, y me lo traje para casa”, rememora Javier.
Además de las obras mencionadas hasta ahora, en este pequeño museo que es su casa hay creaciones de Víctor Pastos, Clara Carnicer, Víctor Solana, Marta Cotero, Ninés Molinero, María Herreros… ‘Cuando conocí a María todavía no era tan conocida como ahora. Se estaba celebrando el festival Asalto, y entonces mi grupo de amigos se acercó a la galería para comprar una obra y regalármela. Total que María estaba en Zaragoza en ese momento por el Asalto, y fue la propia pintora la que me dio mi regalo, fue toda una sorpresa”.
Junto a las obras de artistas de más renombre, Javier también tiene en su casa obras de autores menos conocidos “He comprado obras en rastros, he comprado la obra de tíos que estaban pintando en el metro, además de todo lo que he comprado en mis viajes… hay gente que se compra camisetas, y yo intento traerme algo de arte o alguna pieza curiosa de cada viaje. En casa hay cosas que he comprado en París, Londres, Berlín, Croacia o en Hong Kong”.
Para Javier, las redes sociales también son una fuente en la que encontrar artistas “A través de Instagram he encontrado a pintores que me han llamado la atención. Hace poco compré una obra de Óscar Zarazaga; en la última exposición que hicieron en el Joaquín Roncal compré una obrita pequeña suya”.
Además de las obras, la casa también está salpicada de objetos deco. “Los perros fu azules son las últimas piezas que he comprado. Las encontré el otro día en San Bruno, un mercadillo al que no puedo acercarme porque siempre pico algo. También hay piezas de Seletti como el corazón, el pie… un botijo de Sargadelos… Ahora quiero comprarme el botijo número 4 de esta firma gallega…” añade Javier.
Sobre la cómoda del salón destacan unos candelabros que Javier adquirió en Soho, una tienda de decoración que fue un referente. “Tengo varias cosas de esa tienda, la verdad es que se echa de menos este tipo de establecimientos en Zaragoza, porque estas tiendas hacen que la ciudad sea diferente. Zaragoza tiene un problema serio con esto, no sabemos mantener espacios, fachadas, rótulos… en otras ciudades mantienen esas cosas que marcan la diferencia y dan personalidad a las calles, y eso lo tenemos que aprender aquí”, afirma Javier.
El dormitorio también está lleno de obras colgando de las paredes. Entre ellas, además de cuadros de autores ya mencionados, destaca un encantador figurín dibujado por Antonio Burillo, de la firma de moda The 2nd Skin Co, o los platos de Coco Escribano.
Al contemplar las distintas obras que visten las paredes de su dormitorio, Javier explica que en bodas y ocasiones especiales le gusta regalar arte. “No me gusta dar dinero, yo creo que si compras un cuadro o una escultura, son cosas que a las personas les cuesta comprar, y además, al verlo, siempre se van a acordar de la persona que se lo ha regalado. Detrás de cada cuadro que ves, hay una historia”.
Junto al arte, la otra gran pasión de Javier es el teatro “No sabría decir la cantidad de funciones que he podido ver. Algunas obras, repetidas veces. Por ejemplo, Cinco horas con Mario la he visto tres o cuatro veces, adoro a Lola Herrera. Me encantaba escribir en revistas porque aunque no podía ser actor, esto me permitía acercarme mucho al mundo del teatro. El hecho de ver obras entre bambalinas, hacer entrevistas o poder cenar con gente como El Brujo, Antonio Gala o Concha Velasco era un lujo”.
Nuestra selección de productos para Javier Ruesca Ferruz.
Como nos pasó a tantos, la pandemia dio un giro radical a la vida de Javier ya que en ese momento surgió la posibilidad de llevar la comunicación y la organización interna de la Fundación La Caridad. “Era un momento en el que yo necesitaba ese cambio por distintos motivos. Pasé el proceso de selección, y comencé a trabajar en esta fundación que tiene 125 años de historia. La verdad es que los comienzos fueron complicados, porque supuso entrar en una fundación en plena pandemia. Imagina que allí trabajamos con niños, con personas vulnerables, ancianos… fue un momento muy complicado”.
“Además, yo no trabajo directamente con los usuarios de la fundación, pero como puedes comprobar, yo hablo muchísimo, y cuando hago mi trabajo y me muevo por la fundación, me encanta hablar con los usuarios, me encanta entablar relación, preguntarles cómo están…”.
Cuando habla de La Caridad, se nota que a Javier le apasiona su trabajo. “Cuando conoces la fundación, hay algo que hechiza. La fundación hace una labor inmensa, ya que acogemos niños en cunas desde cuatro meses, hasta ancianos o personas sin hogar con trastorno mental grave. Quizás esto sea de lo más duro, por los estigmas y prejuicios que sufren estas personas, sin que nos demos cuenta de que detrás de cada persona hay una historia llena de vidas normales que de repente se rompen y pasan a vivir en la calle”, reflexiona Javier.
Precisamente, ese compromiso con las personas es lo que le fascina a Javier de su trabajo en La Caridad: “Mi jefe, Dani Gimeno, siempre dice que tenemos que tener en la cabeza que estamos para ayudar a la sociedad de Zaragoza, que nuestra labor es ayudar a esta ciudad, y esa filosofía de trabajo es maravillosa”
Sus piezas y rincón favorito
Ante la pregunta que planteamos siempre sobre cuáles son sus piezas favoritas, esas que más le gustan y que le acompañarán siempre aunque cambie de casa, Javier lo tiene claro: el cuadro de Víctor Solana, las obras de Juan Carlos Callejas y la de Nacho Rodríguez.
Respecto a su rincón o lugar favorito de la casa, Javier tampoco duda: el dormitorio. Un espacio en el que se siente bien: “Estoy muy a gusto allí, no consumo mucha televisión, y soy más de estar con la Tablet leyendo o buscando cosas, así que prefiero el dormitorio al sofá”.
Javier Ruesca Ferruz, muchísimas gracias por habernos recibido en tu hogar ¡Ha sido un placer haber compartido esos momentos de charla!