Es un día cualquiera de finales del mes de abril. Y aunque parezca mentira, hace buen tiempo y parece que al fin, no llueve. Las calles del Casco Antiguo de Zaragoza están llenas de gente, y a eso del mediodía, llamo al timbre de la casa de Juan Carlos Callejas. Hombre polifacético donde los haya, Juan Carlos ha dirigido las cocinas de sitios emblemáticos de la restauración zaragozana, como el Café Nolasco o más recientemente, Matisse Rivera Café, recibiendo galardones como el premio Alimentos de Aragón en 2012 por un certamen de restaurantes de Zaragoza y Provincia, o dos recomendaciones de la Guía Michelin en Huesca.
Pero además, Juan Carlos Callejas es un artista plástico que lleva décadas experimentando con el color y las texturas, con más de 100 exposiciones individuales y colectivas a sus espaldas (entre ellas, una de gran éxito de crítica y público en el Torreón Fortea en 2011), y galardones como el Premio Delegación del Gobierno en Aragón. Su casa, es tan ecléctica como su personalidad. Sus obras están muy presentes en Aragón, en instituciones como Ibercaja, el Ayuntamiento de Zaragoza o la Delegación del Gobierno en la Comunidad, pero también por el resto de España, y en colecciones de países como Francia o Italia.
El salón, epicentro de la casa
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En el salón destaca el que fue el primer cuadro que colgaron en la casa: una obra con mucha textura del propio Callejas que mide 2 x 13 metros. Precisamente, para poder dedicarse 100% al mundo de la pintura, Juan Carlos acaba de dejar temporalmente el mundo de la cocina, y está a punto de inaugurar un estudio en Torrero: “Tras año y medio al frente de la cocina del Matisse, necesitaba aparcar la cocina un tiempo para poder pintar. Trabajar en el Matisse ha sido muy satisfactorio, pero tenía tanto trabajo, que llegaba a casa agotado… Y para pintar me hace falta tiempo y tener la cabeza despejada”.
Además de su proyecto para abrir un estudio, Juan Carlos trabaja con varias decoradoras, para las que crea obras a medida, y también colabora con la galería de Carmen Terreros, una galería situada en la calle San Félix con la que tiene un proyecto que verá la luz próximamente poniendo en relación arte y gastronomía.
Aún así, y aunque ha dejado el mundo de los fogones en el mundo de la restauración, la cocina seguirá muy presente en la vida de Juan Carlos, ya que también imparte showcookings y talleres relacionados con alimentos de Aragón.
La cocina, el otro punto neurálgico de la casa de Callejas
La cocina, con el blanco y el gris como protagonistas, fue reformada durante el confinamiento por Ba&Co. Y sin duda, es otra de las partes más vividas de esta casa. “La cocina es mi punto fuerte, porque además de pintor, soy cocinero. Me gusta cocinar, incluso cuando vengo del Matisse, me meto en la cocina para desconectar. Además, nuestros amigos vienen mucho a casa, porque nos encanta recibir, y preparo comidas y cenas para ellos”, señala Juan Carlos.
“En la cocina me metí hace 12 años, me fui a trabajar a Madrid, con Darío Barrios. Y una de las cosas que más caracteriza mi carrera entre fogones es que siempre me ha gustado relacionar gastronomía y pintura. En torno a esta idea empecé a jugar, a experimentar… Justo antes de la pandemia, hice en Pedrola un taller de cocina creativa con Arturo Gastó, con el que colaboro bastante, lo mismo que con Barbacil. Y mientras yo cocinaba, se proyectaban imágenes de mis cuadros. Y al final el proyecto acabó pintando un lienzo con chocolates, con tierras, y la verdad es que gustó mucho”, prosigue este artista y chef.
En la cocina, destaca el frigorífico doble (clave para un cocinero), una colección de Mickey Mouse, o una lámpara de sobremesa diseñada por Juan Carlos, y hecha con trozos de porcelana rota siguiendo la inspiración de una instalación que vieron en el Moma, en Nueva York.
Tampoco falta una cafetera italiana, ya que son muy cafeteros, además de un bote gigante de Lacasitos (les encanta el chocolate, y más este, que es aragonés), además de una botella de aceite de La Redonda, el aceite que patrocina algunos de los talleres de cocina de Juan Carlos, o una botella de vino blanco de Bodegas Estaban Martín, cuya etiqueta fue diseñada por este pintor con motivo de la celebración del 18 aniversario de la bodega.
El recibidor, en rojo y negro
En la casa reina el blanco y el negro, con una excepción: el recibidor “Nos gusta Japón y las culturas orientales, y por eso, este es el único espacio en el que se permite el rojo y el negro. Junto al mueble en rojo, hay obra mía, cuadros traídos de China…”.
Junto al recibidor, el pasillo ha sido transformado en una pequeña galería con obras de artistas japoneses, firmas de autores de cómics, originales… “Nos pareció buena idea hacer una pared como muy simétrica”, explica Juan Carlos mientras atravesamos el pasillo camino del dormitorio.
El rincón favorito de la casa
Ante la pregunta sobre cuál es el rincón favorito de su casa, Juan Carlos no tiene dudas: El sofá. “Somos muy de ver series, y la verdad es que pasamos mucho rato aquí. En la cocina también paso muchos ratos, y más ahora, que tengo más tiempo. Incluso a veces vengo cansado del restaurante, y me meto a la cocina y desconecto. La mesa de comedor es otro de nuestros rincones favoritos, ya que nos gusta recibir mucha gente en casa”.
Respecto a las piezas preferidas, Juan Carlos señala las mesas que ha personalizado, sus cuadros (especialmente, el primer cuadro que colgó en las paredes de su casa), los libros de cocina y de pintura, o las esculturas de Javier.