Valencia tiene una luz especial. Y eso se nota en sus calles, en sus fachadas, en las fotos que tomamos en sus calles… Y también en sus casas. Cuando entramos en la casa de Ander Morales Vicente, la luz todavía entra de una forma mágica por los balcones, pese a que vamos camino del ocaso, y que la calima cubre la capital valenciana.
Ander, ginecólogo de profesión, es un joven turolense que fue a estudiar la carrera a Valencia, y allí se quedó “Mi familia es de Teruel, mi padre es de Frías de Albarracín, mi madre de Royuela, y yo nací en Gandía, aunque luego volvimos a Teruel a vivir. El bachillerato lo hice en Monreal del Campo, y ya luego, estudié de Medicina aquí en Valencia antes de comenzar a trabajar como ginecólogo hace ocho años”, nos cuenta Ander.
Desde hace un par de años, nuestro protagonista de hoy vive en un precioso edificio cercano a la estación del Nord. El edificio, construido en los años 20 del siglo pasado, es un inmueble protegido con elementos que hay que respetar. Y ese sabor a antaño, se desprende de cada uno de los rincones de esta preciosa vivienda.
La casa, es sencillamente espectacular, combinando elementos originales con antigüedades y muebles de diseño moderno y creaciones handmade. Techos altos, molduras y un fascinante suelo de cerámica geométrica en distintos colores son algunas de las características de este piso cuya reforma fue dirigida por el estudio de arquitectura Diego Serrulla.
“Es una casa en construcción, y creo que va a estar en construcción muchos años, porque me faltan muchas cosas. Las voy encontrando poco a poco, porque no soy mucho de comprar cosas de primera mano. Busco cosas que tengan un valor, que sean artesanales… Soy mucho de recuperar cosas para ponerlas en valor de nuevo ”.
UNA GRAN ZONA DIÁFANA
“La casa se estructuraba con un largo pasillo y muchas habitaciones. Pese a que la casa es muy luminosa porque es exterior y tiene cinco balcones, el piso original era muy oscuro. Para reformar el piso, tiré tabiques y redistribuí el espacio”, explica Ander desde la zona de acceso a la casa.
Nada más entrar, se abre un gran espacio diáfano que incluye el recibidor, la zona de estar, comedor y la cocina. Todo junto, pero no revuelto. Junto a la puerta, sorprende para empezar un cuadro de formato XXL que es una auténtica joya: una obra de Dubon, “un pintor republicano represaliado, que pintaba alegorías de la República. El cuadro lo pintó ya durante la dictadura, cuando solo podía pintar bodegones, o realizar fallas. Es tan grande que lo subí por el hueco de la escalera”.
Tras admirar el paisaje del cuadro, los ojos se nos van directamente hacia la zona de comedor y estar. Una zona que Ander redistribuyó para adaptarla a los nuevos usos: “En lo que hoy es el salón, estaban la habitación principal y el vestidor. Tire tabiques para crear el espacio diáfano, y en el suelo, donde quedó la marca de los tabiques desaparecidos, puse piezas originales procedentes de obras de otros pisos”, nos cuenta Ander. Las puertas dobles que cerraban la zona antes de tirar los tabiques fueron reutilizadas por Ander en otros puntos de la casa, como la puerta del cuarto de la lavadora.
En el salón, sobre el precioso suelo geométrico, destacan elementos como “una chimenea que compré a una mujer de Barcelona que estaba reformando su ático, y me la traje a Valencia pieza a pieza”. También nos llaman la atención el espejo situado sobre la propia chimenea, una lámpara Poulsen que Ander compró en Catawiki, unos preciosos candelabros de cerámica de Manises.
Junto a la chimenea, hay una de las piezas que más llamaron nuestra atención: un alfabeguer. “Esta pieza de cerámica es muy típica de Valencia. La alfabega es una planta aromática, que se pone en su interior, y tiene esos agujeros que permite que el aroma salga al exterior. Es una pieza muy tradicional, es el regalo que el Ayuntamiento de Valencia hace a la fallera mayor”, continúa Ander.
En la zona de estar, destaca una estantería de la firma italiana Extendo que no está clavada porque se instala por presión. En esta estantería Ander ha colocado parte de su amplia colección de libros: “Me gusta comprar libros cuando viajo, muchos no están ni en castellano. En cada viaje que hago, compro libros de niños, guías de viaje, o libros sobre ginecología”, señala Ander mientras nos enseña algunos de los libros. Todos llevan marcada la fecha y el lugar en el que fueron adquiridos.
Una de las cosas que más llaman la atención son unas pequeñas hornacinas que vemos en la pared de ladrillo visto en la que se abren los balcones. “Esos huecos tienen que ver con el sistema constructivo del edificio. Cuando construían la casa, ponían unas vigas provisionales, y luego las quitaban para hacer otros niveles. Y esos huecos son la huella de esas vigas. Todos los pisos del edificio los tienen, y también los he visto en más casas de Valencia. Aquí estaban rellenos de yeso, yo los vacíe, y bueno, los he aprovechado para poner esa cerámica de Puglia que compre durante un viaje a Italia”.
Para acabar con la zona diáfana, en una esquina aparece la cocina “me la hizo un carpintero de Valencia, totalmente a media porque el espacio es irregular, y tiene un revestimiento de nogal”. Sobre la cocina, en el rosetón en el que en tiempos hubo una lámpara, ahora cuelga un moderno móvil francés.
Y en una esquina, hay una réplica de una escultura romana de Ibiza. Se la compré a un chico de La Muela, es de resina y mármol y pesa un quintal”.
Al comienzo del pasillo está el estudio, con un sofá cama en verde para los invitados, “un escritorio que compré de segunda mano y que todavía no me ha dado tiempo de restaurar”. Sobre el sofá, hay colgada una bicicleta que Ander utiliza de forma habitual. Para completar la escena, una calavera de su época de la Universidad, y plantas: “Me gustan mucho las plantas, las tengo por toda la casa”.
DORMITORIO
Al final del pasillo, nos encontramos con la zona de noche, integrada por un dormitorio en suite y el vestidor. “En esta zona estaba el comedor original, y en el baño en suite, estaba la cocina”, indica Ander. Al vestidor se accede desde el propio pasillo, y también desde el dormitorio. La solución que se ha buscado para este espacio es un gran armario de color blanco y líneas minimalistas que se puede rodear, desde el pasillo, hasta el dormitorio.
En el dormitorio, destaca el cabecero de la cama: “Lo hice con puertas viejas de la casa, porque me daba pena tirarlas, quería aprovecharlas y hacer algo representativo de la casa. Por eso hice un mueble cabecero para guardar cosas. Además, es muy funcional, porque aprovecho los laterales como espacio de almacenamiento”. Allí, también guarda los libros que está leyendo, o los que están pendientes de lectura.
SUS PIEZAS Y RINCONES FAVORITOS
Una vez de vuelta al salón y mientras tomamos una pequeña merienda, es el momento de preguntar sobre el rincón favorito de la casa. Y Ander, no se lo tiene que pensar mucho: “El sofá. Mi casa es mi refugio, cuando llego aquí, cierro la puerta, y sé que lo que tengo en el trabajo, o las cosas que tengo pendientes, se quedan fuera, son cosas que no me van a afectar. Entonces, me gusta sentarme en el sofá, enciendo el flexo viejecito, me pongo música, y me pongo a leer. Con eso soy feliz”.
Respecto a las piezas favoritas que Ander Morales tiene en su casa, señala directamente a los candelabros de cerámica de Manises. “Cuando compro cosas antiguas, incluso libros, me gusta pensar que les estoy dando una segunda oportunidad. Cuando compré los candelabros, estaban súper mugrosos, pero después de sacarles el brillo, y volverles a dar uso, creo que tienen un valor especial”.
Tras unos segundos de silencio, Ander prosigue: “También me llevaría los libros, porque son de viajes, y me traen muchos recuerdos. Y siempre escribo la fecha y el lugar donde los he comprado. Les tengo mucho cariño, porque son parte de momentos felices, son parte de mi trayectoria vital”.
Ander, muchísimas gracias por recibirnos en tu preciosa casa ¡Ha sido un placer descubrirla!