En este otoño extremadamente caluroso, las calles del barrio de las Letras de Madrid están la mar de concurridas. Madrileños y turistas pasean por estas calles en las que vivieron algunas de las grandes personalidades de las letras españolas. Pese a estar en pleno centro, esta zona tiene un aire de pueblo, demostrando que hasta las grandes capitales tienen zonas que todavía conservan su dimensión humana y familiar.
Ese ambiente de barrio es lo que atrapó a la pareja que protagoniza nuestro reportaje de hoy. José Santamaría y Pedro Carrillo viven desde hace más de 15 años en esta zona del centro de Madrid. Esta pareja, habitual en eventos, exposiciones, desfiles y presentaciones en la capital, es responsable de Calzados Franjul, una firma de zapatos a medida que este año ha cumplido 75 años en el barrio de Las Letras. Y además, José periodista de formación, colabora con diferentes asociaciones como Las Letras Street o la Asociación del Sector Nupcial de Madrid.
Una casa en un edificio del siglo XVII
La pareja vive en el corazón de Las Letras, en un edificio de solera del siglo XVII que recoge la historia y la esencia del barrio. Tras atravesar la puerta y ascender las escaleras, José y Pedro nos reciben en una casa que destaca por sus techos altos (con 3,45 metros, las vigas de madera o el ladrillo visto de algunas de las paredes).
“En esta casa llevamos tres años y medio, aunque en el Barrio de Las Letras llevamos más de 15. Nos atrapó el ambiente, la parte creativa, de barrio, el hecho de vivir en un sitio donde está enterrado Cervantes, donde vivió Lope de Vega, Góngora, Quevedo… Las construcciones son en su mayoría de tres/cuatro pisos máximo, se escuchan las campanas de las iglesias, por la mañana se oyen los cantos de los pajarillos, puedes comprar en la frutería, en el Mercado de Antón Martín, en la panadería, tomarte un vermú a medio día en el bar de la esquina… Todo eso genera un ambiente de barrio, de pueblo… una estructura social muy a la medida de las personas”, explica José mientras nos asomamos por uno de los balcones.
Antigüedades y cosas viejas dan sabor a la casa
La vida en la casa gira a un gran espacio central en el que conviven la cocina, la zona de comedor, la de estar, y la biblioteca. Las columnas vistas de madera y los paneles japoneses que separan algunos espacios son el hilo conductor de esta vivienda que destaca especialmente por la “colección de antigüedades y cosas viejas” adquiridas en mercadillos y anticuarios de Navarra, País Vasco y del sur de Francia durante el paso de José por Pamplona, mientras estudia y luego trabajaba en la Universidad de Navarra.
Luego ya de vuelta en Madrid, frecuentan mucho el Rastro, “donde siempre terminamos comprando algo”. Además han ido trayendo pequeñas antigüedades de diferentes viajes, “de Buenos Aires son la mayoría de los pequeños binoculares, de Estambul una colección de grabados y unos molinillos de café antiguos…”, la casa acoge piezas “no de especial valor, pero sí con singularidad, como esas latas de pimentón antiguas, la pequeña colección de furias azules, una colección de cajitas de porcelana de Sèvres y de Limoges, tarros de farmacia antiguos, corales, o libros antiguos. Entre ellos, hay una obra de Quevedo de 1791.”
En esta vivienda también destacan objetos y muebles recogidos en la calle, customizados, pintados y ensamblados, como unos paragüeros recogidos en la calle Mayor y reconvertidos en unas mesitas, o un espejo encontrado en la calle que era la típica puerta de armario y que ha tenido diferentes vidas. En la zona de comedor destacan especialmente dos muebles. El primero, una vitrina en la que guardan la cristalería y que fue conformada con piezas de diferentes muebles de una antigua notaría, y un taquillón hecho con maderas y molduras también sacadas de la calle, y que finalmente customizaron con la imagen de la que precisamente es una de mis pinturas favoritas, Giovanna degli Albizzi Tornabuoni. En esta zona destaca uno de los objetos que más llamaron mi atención: un tulipier de cerámica azul y blanca. “Esta pieza me la regaló mi padre tras comprarla en un anticuario, y es para poner tulipanes. Realmente, cuando mi padre la compró no sabíamos para qué era, y fue un diplomático belga el que nos explicó que servía para tener tulipanes en casa”, nos cuenta José.
Además de coleccionar antigüedades, a José le gusta enmarcar objetos, y eso se nota en las paredes: desde unas cucharas de latón antiguas a un abanico de principios del siglo XX que perteneció a la tía abuela de Pedro. Pasando por un paño del siglo XVIII o unos facsímiles de poemas de Neruda.
Junto a los objetos enmarcados por José, en las paredes de la casa hay distintas obras, como la que preside el salón y que está situada sobre el sofá. “Este cuadro es de un pintor ecuatoriano que pintó la guerra de Chechenia en los años 90. Es un cuadro de mucha crudeza, pintado sobre lata, no sobre lienzo, y en el que aparecen soldados, cuerpos destrozados…” señala José. Casi al lado, en la pared de ladrillo visto en la que se abren los balcones que iluminan la estancia, también hay dos pequeños cuadros de Bernardo Nieves, un pintor venezolano. “El presidente Guaidó tiene un caballo igual, pero de mayor tamaño de este artista, en su despacho”, explica Pedro. En la zona de la biblioteca, una librería de obra de grandes dimensiones, expone decenas de libros, “no los hemos leído todos, – señala José, pero una casa sin libros, es una casa sin alma. Siempre es ilusionante tener un nuevo libro por leer y así viajar sobre los hombros de otras historias”. Los volúmenes conviven con fotografías, recuerdos y objetos singulares.
Nuestra selección de productos para José Santamaría y Pedro Carrillo.
¿Cuál es su estancia preferida?
Ante la pregunta sobre la estancia en la que están más a gusto, Pedro explica que “Aunque amortizamos mucho el sofá para charlar, para ver la tele, las redes sociales, para leer, lo cierto es que usamos mucho toda la casa. Desde la cocina, porque somos muy de cocinar, al comedor, el dormitorio… Incluso los balcones, porque aunque pequeñitos, también nos dan mucho juego”.
José apuntilla que “Durante la pandemia, los balcones nos salvaron la vida. Además, tenemos vista al lugar en el que está enterrado Cervantes, el convento de las Trinitarias y ver ese edificio lleno de historia es muy motivador”.
Las piezas favoritas de José y Pedro
Cuando durante la conversación surge la pregunta de cuáles son sus piezas favoritas, esas que les acompañarán siempre. Entre las piezas que surgen, Pedro y José mencionan la vitrina con la cristalera del salón, las reproducciones modificadas de obras del Thyssen que hay en el dormitorio o en el pasillo, algunos libros antiguos, las piezas de porcelana, los grabados, los candelabros y los faisanes de plata de la desaparecida Platería López, o unas fotografías -enmarcadas por Olarra- y que reflejan los impresionantes escaparates de Bergordf Goodman y Saks Fifth Avenue de Nueva York”.
Cuando llegamos la mesa estaba a medio montar, esa noche -como suele ser frecuente- tienen invitados a cenar y José nos comenta de su pasión por “poner la mesa” (ya nos fijamos que el libro de Sonsoles De la Peña, “Mesas Que Son Soles” ocupaba un lugar destacado).
José, Pedro, muchísimas gracias por recibirnos en vuestra casa ¡Ha sido un placer conocerla y disfrutar de un rato de charla con vosotros!