Son las 11 de la mañana, y Javier García Campayo nos abre las puertas de su casa con esa sonrisa enorme y franca que le caracteriza, y con ese tono de voz que tranquiliza a sus pacientes y a los miles de seguidores que tiene en España, en Latinoamérica y en Estados Unidos.
Javier García Campayo es médico psiquiatra en el Hospital Miguel Servet y da clases como profesor titular en la Universidad de Zaragoza. Además, es uno de los grandes referentes de Mindfulness en países de habla hispana. El Mindfulness, o atención o conciencia plena, define un estado de la mente que consiste simplemente en estar aquí y ahora, con atención y aceptación. Es una forma de ver la vida que se plasma muy bien en la casa de Javier.
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Una casa sencilla y minimalista, con cierto aire zen
La casa de Javier transmite sencillez. Es una casa minimalista y muy luminosa en la que el blanco predomina y que transmite calma y relax, en consonancia con el trabajo de este psiquiatra experto en Mindfulness. Sentados en el sofá en torno a una taza de café recién hecho, comenzamos hablando de salud mental. Javier, al igual que el resto de expertos en la materia, nos explica que la salud mental va a ser la próxima gran pandemia cuando acabe la Covid.
“Hasta ahora, las personas hemos estado sobreviviendo al coronavirus, a los confinamientos, a los problemas económicos y profesionales, al miedo a contraer la enfermedad, a lo que puede pasarles a los seres queridos… y cuando todo eso vaya pasando, saldrán a la luz todos los problemas que hemos ido acumulando en el interior de nuestra cabeza, y habrá muchos casos de depresión y de personas afectadas con problemas de salud mental”’, explica Javier.
El hecho de dedicarse a la medicina le viene a Javier desde niño “Es un tema infantil, en el sentido de que mi madre estuvo enferma cuando yo era pequeño, y luego hice psiquiatría porque me apasionaba la mente humana”.
La casa tiene una visión zen, siguiendo la filosofía basada en la sencillez de los monasterios orientales. Y está repleta de detalles que hacen referencia a su pasión por las tradiciones meditativas. Javier nos explica que siempre ha meditado. “Desde los 16 años me interesan las técnicas orientales, practicaba artes marciales. Empecé a meditar de forma autodidacta con libros, luego conocí y tuve contacto con maestros que meditaban… En esos momentos, a nivel psicología/psiquiatría, era impensable decir que meditabas o practicabas Mindfulness”.
El cambio vino de Estados Unidos: “Hasta el año 2000 no empezó a ser masivo, luego dio el salto a los países anglosajones, y a España llegó en el 2007 aproximadamente. A mí me sorprendió, porque siempre pensé que esto no llegaría a Europa jamás, ya que los americanos tienen visiones diferentes en psiquiatría, y en otros muchos ámbitos de la vida, y en Europa no necesariamente cala todo lo que ellos hacen. Y me sorprendió gratamente, porque pude oficializar lo que era mi hobby. Fue como salir del armario ante mis colegas”. Hoy, la meditación y la práctica de Mindfulness está plenamente consolidada en España, y aceptada en el mundo de la psicología y la psiquiatría, como demuestra el Máster de Mindfulness organizado por la Universidad de Zaragoza.
Una casa con el blanco y la luz como grandes protagonistas
Todos esos conceptos, y esa necesidad de disfrutar del aquí y el ahora, se notan en la casa de Javier García Campayo. El blanco y la luz son protagonistas absolutos de esta vivienda ‘Me gusta el blanco, la luminosidad, la casa es como muy mediterránea, aunque en plan moderno. Me gusta el mar, el Mediterráneo, y las casas mediterráneas, con esa blancura impoluta’.
La casa es sencilla, con pocos objetos, pero muy significativos. Es una visión un poco zen la que tengo de mi casa, los monasterios orientales son muy sencillos, y ese concepto es lo que busco aquí”.
Javier nos explica que no le gustan las casas que están llenas de cosas. La casa “es funcional, práctica, y tengo pocos objetos decorativos. Aunque los pocos objetos que hay, todos tienen un significado. Para mí, no tiene sentido acumular, pero sí que necesito que lo que tengo, posea belleza, y un simbolismo”.
Por ejemplo, distribuidos por el amplio salón hay algunas antigüedades chinas, como una estatua votiva que se ponía en los cementerios, o un Buda clásico del siglo XVII. También hay detalles que Javier ha traído de algunos de sus viajes por países como Nepal, o un didyeridú, un instrumento de viento tradicional de los pueblos aborígenes australianos.
En el salón también destacan varias pinturas, “Me gusta mucho el arte, y en las paredes hay varios Beulas, un Subirachs, un Redondela…” Precisamente, una de las obras de Beulas es esa pieza que Javier se llevaría siempre consigo.
El despacho, clave en la casa de Javier
Además, del salón, y de las terrazas con vistas de la zona sur de Zaragoza, en la casa de Javier hay otro espacio fundamental, su despacho. Un lugar que ha cobrado protagonismo durante la pandemia, ya que gran parte de sus actividades relacionadas con el Mindfulness, como por ejemplo las prácticas regulares, las realiza desde allí. Este espacio, sencillo, luminoso y funcional, también sirve de estudio para grabar los consejos que da a sus seguidores a través de redes sociales como Instagram. Muebles blancos de líneas rectas, numerosos libros, y fotos y objetos relacionados con la meditación y las tradiciones orientales llenan el espacio.
En esta estancia medita y practica Minduflness de forma habitual, aunque en ocasiones también medita en una pequeña estancia en la que predominan las tonalidades grises y en la que destacan un gran sofá y un piano. En este punto, surge la pregunta sobre qué hace falta para meditar, ya que todos tenemos en la cabeza una sala llena de cojines, velas e incienso. En este sentido, Javier nos explica que “para meditar hay que intentar tener un lugar fijo, ya que la mente se acostumbra a él, y lo asocia a la meditación. Debe ser un lugar aislado, en el que haya silencio y que sepas que no te van a interrumpir nadie”.
“También es importante que la luz sea regulable, y de temperatura agradable. Y contar con una silla cómoda. Mindfulness se practica sentado en una silla, lo del cojín en el suelo con posturas como la de la flor de loto no es recomendable, porque en Occidente no estamos acostumbrados a estas posturas, y tenemos que estar cómodos mientras meditamos para centrarnos en lo importante. Por otro lado, el tema del incienso, las velas, se ponen si te gustan, pero es algo que es no es necesario”.
Javier, muchas gracias por recibirnos en tu casa. Ha sido un auténtico placer charlar contigo.