El Barrio de las Letras es uno de mis barrios preferidos de Madrid. Porque al margen de la parte más turística y bulliciosa, este barrio del centro de la capital española esconde calles llenas de restaurantes, talleres artesanos, galerías de arte y pequeñas tiendas por las que merece la pena perderse.
Entre esas calles recoletas y llenas de vida se encuentra la casa que protagoniza nuestro reportaje de hoy. En la casa, situada en el típico edificio del casco antiguo de Madrid, con un patio corrala incluido, vive Jesús Muñoz Tirado, restaurador y creador de Monumenti by Jemuti, la firma de pequeñas arquitecturas realizadas de manera artesanal.
La casa, que Jesús comparte con su pareja, Miguel Gamez López, es ecléctica, y está llena de muebles y objetos antiguos. “Vivimos aquí desde hace ocho años. Cuando decidimos dar el paso de comprar una casa, apenas miramos, tan solo visitamos cuatro o cinco casas, dos de ellas en este barrio, que siempre nos ha gustado mucho. Y cuando vimos esta casa con la chimenea, fue flechazo instantáneo”, explica Jesús.
Nuestra selección de productos para Jesús
“La casa estaba bien para entrar a vivir, no le hacían falta reformas. Pero es verdad que no nos convencía la distribución. Aún así, decidimos entrar en la casa, vivirla, y hacer los cambios de distribución más tarde, cuando viéramos cómo funcionaba la casa. Aún así, desde el principio lo tuvimos muy claro”, continúa Jesús. “La cocina era uno de los grandes atractivos de la casa, porque era muy grande, y eso es un lujo en el centro de Madrid. Cuando nos metimos en obras, decidimos cambiar la cocina de sitio, y donde estaba la cocina, que daba al patio corrala del edificio, pusimos nuestro dormitorio con el baño”.
Junto al salón, había pegadas dos pequeñas alcobas. Como era habitual en muchas viviendas de la época, estas alcobas no tenían luz natural, ya que estaban concebidas simplemente para dormir. Una de esas alcobas, se reconvirtió en una amplia cocina al añadirle un tramo del pasillo. “La cocina es muy funcional porque tiene mucho espacio de trabajo, y nos permite sociabilizar. Nos gusta que vengan amigos, nos gusta recibir, nos gusta compartir la casa con los demás, y de hecho, muchas veces cuando organizamos una cena, nuestros amigos acaban hablando en la cocina con nosotros mientras cocinamos”, señala Jesús.
Un salón con chimenea
El salón, el epicentro de la casa, es como un pequeño museo presidido por la chimenea y por una copia de una obra de Picasso, que pintó el propio Jesús en su época universitaria. “En el salón no tocamos nada, porque nos gustaba el ambiente. Tan solo eliminamos unas baldas de pladur que había a ambos lados de la chimenea. El que fue en origen nuestro dormitorio, la más grande de las dos alcobas, lo transformamos en lo que yo llamo mi Sancta Sanctorum. Miguel lo tiene de despacho, es también dormitorio de invitados, sala de cine, además de acoger muchas piezas y muebles que he ido acumulando desde hace años. Es una habitación que aunque no tiene luz natural, pues es mi espacio favorito, la verdad”.
En lo que respecta al mobiliario, Jesús explica que “la casa está hecha a nuestra medida, es una casa para nosotros, con mucha mezcla de estilos y piezas. Porque aunque hay mucho mueble clásico, que es lo que más me gusta a mí, lo cierto es que también hay guiños al siglo XX, o a muebles Mid Century, que le gustan mucho más a Miguel. Por ejemplo, la silla que utiliza Miguel en el despacho es una silla de los años 40 de diseño danés, o ahí tiene también una vitrina inglesa de los años 40. Las butacas del salón también son piezas de los años 50”.
Muchos de los muebles que visten la casa proceden de mercadillos, de viajes realizados por Francia, Portugal o de la propia España, aunque también hay piezas que Jesús ha adquirido en apps de segunda mano. La afición por comprar antigüedades le viene de pequeño “Recuerdo que desde niño me compraba cositas de decoración con mi paguita. En la Semana de China de unos grandes almacenes me compraba todos los años algo, aunque fuera una cajita. O en un mercadillo que se hace en mi pueblo, en Fuengirola, también me gustaba comprar cualquier cosa. De hecho, muchas de las piezas que tengo aquí en casa son de allí, o de una feria de artesanía de Marbella, de allí también tengo piezas”, nos cuenta Jesús.
También hay piezas que adquirió en su primer trabajo como restaurador: “Cuando acabé la carrera de Bellas Artes, me puse a trabajar en un anticuario. Comprábamos piezas en Inglaterra, las restaurábamos en Málaga. Y una de las primeras cosas que compré en esa época fue un juego de sillas de roble, que las tengo aquí en el salón. Son una versión inglesa de las Luis XIV, y son una maravilla. Creo que nunca me desprenderé de ellas”. Esa pasión por comprar antigüedades la sigue manteniendo en la actualidad: “Puedo prescindir de comprarme ropa, de salir a cenar por ahí, pero el hecho de ir a un mercadillo y poder comprarme cualquier cosa, me da la vida”.
Un secreter, una de las piezas estrella de la casa
Otra de las piezas que hay en la casa es un escritorio por el que Jesús siente pasión “Siempre me han gustado los secreter abattant. De hecho, el primero que tuve era francés, pero lo vendí… Me gustan este tipo de muebles porque me parecen muy funcionales. Este secreter lo sigo utilizando como mesa de escritorio cuando tengo que hacer cosas en el ordenador. Lo compré en Fuengirola, y aunque tiene más de 200 años, conserva los herrajes originales. Además, tiene secretos, que descubrí cuando estaba restaurando el mueble. En estos secretos encontré joyas como una hebilla de plata o un naipe del siglo XVIII, además de una carta de pésame de un fallecido en la II Guerra Mundial. Algunas de estas cosas las enmarqué. El secreter también tiene caja fuerte. Y la verdad es que no creo que me desprenda de él jamás”.
En la casa también llama la atención la presencia de caracolas, que se pueden ver en distintos rincones: “Es algo que me ha fascinado desde pequeño, mis padres tenían varias caracolas en el patio, yo jugaba con ellas, y también tengo un tío que las coleccionaba, así que esta pasión por ellas viene de familia”.
El dormitorio, lleno de cuadros con valor sentimental
En el dormitorio, instalado en el espacio que ocupaba anteriormente la cocina, se ha creado una estancia íntima y funcional. En ella, destaca el póster del Guernica que hay sobre la cama “Este póster era del padre de Miguel. Y como dato curioso, cuando él estaba en la universidad, el Guernica estaba prohibido, y consiguió este póster de manera clandestino. Posteriormente, el póster lo tuvo Miguel en su cuarto durante su época universitaria. Y hace algunos años, mi suegro nos lo enmarcó y nos lo regaló”.
El resto de las pinturas que visten las paredes del dormitorio tienen un marcado carácter sentimental “Muchos de los cuadros del dormitorio los pintó el padre de Miguel, porque también pinta. Por ejemplo, aquí tenemos un cuadro del tajo de Ronda, que es de lo primero que pintó, esta prueba de color que me gusta muchísimo, o el retrato de Miguel que ves ahí también lo hizo él. También le tengo mucho cariño a este dibujo me lo hizo mi sobrino David, que es un fanático de los dinosaurios, le encanta dibujar, y me lo pintó cuando tenía tres o cuatro año. Para mí es un tesoro, y por eso está enmarcado en un marco de Palosanto del siglo XIX”.
Monumenti by Jemuti
Si en las fotos os han llamado la atención obeliscos y pequeñas arquitecturas en miniatura, estas creaciones las hace el propio Jesús mediante Monumenti by Jemuti. Una firma con la que crea de manera artesanal obeliscos, templetes, peanas, jardineras o la que es la estrella de ventas, las fachadas enmarcadas que se pueden colgar de las paredes. Piezas hechas a mano utilizando madera, contrachapado, o incluso madera procedente de reciclaje, porque me encanta el tema de dar una segunda oportunidad a los materiales. Por ejemplo, esos templetes que ves ahí están hechos con cajones de un mueble”.
“Monumenti by Jemuti surgió cuando un seguidor de Instagram me pidió que le hiciera un par de obeliscos en madera. Quedó tan contento, que me pidió que le hiciera otros dos para su pareja. Y a partir de ahí, todo fue creciendo. Pero realmente, desde niño me ha gustado hacer maquetas. Empecé con recortables de casas, de los que vendían en la papelería. Cuando me los hice todos, comencé a realizar mis propios recortables con cartulinas. Recuerdo que hice un palacio. Con diez años empecé a preparar maquetas con madera, y con 16 o 17 años, aprovechando que mi madre nos dio a cada hermano 5.000 pesetas, y tras hacerme unos esquemas, me fui a comprar maderas para hacerme un palacete en estilo malagueño. También hice muebles en miniatura. Siempre me ha fascinado el siglo XVIII, eso me ha condicionado mucho, y también empecé a hacer carruajes. Afición que recuperé en la pandemia, porque volví a hacer carruajes, unos inventados, y otros, inspirados en modelos reales”, rememora Jesús.
Para crear esa arquitectura, Jesús tiene como base el clasicismo, del que es un enamorado. El siglo XVIII, o las obras de Palladio, son base para él. “Hago tanto piezas que salen de mi imaginación, como piezas que son copias de edificios reales. Ahora por ejemplo estoy reproduciendo para una clienta una portada de El Escorial, añade Jesús”.
Su rincón favorito
Sentados en el sillón frente a la chimenea, le preguntamos por su rincón favorito. Tras pensarlo unos instantes, Jesús tuerce la cabeza hacia izquierda y señala hacia la estancia a la que ha bautizado como su ‘Sancta Sanctorum’. “En esta estancia hay una especia de cama turca en verde, que tiene bastante fondo, y es muy cómoda. Allí es donde me pongo a ver películas con la pantalla de cine. Aquí también reflexiono mucho, es el lugar donde agradezco lo que la vida me ha dado, que me puedo dedicar a lo que me gusta, la pareja que tengo, la gente que me rodea”.
“Este sofá en el que estamos sentados también me gusta mucho”, prosigue Jesús. “Me gusta porque está enfrente de la chimenea. Yo siempre he querido tener una casa con chimenea, disfruto hasta limpiándola, o comprando leña. El año pasado con Filomena nos vino fenomenal. Aquí también vemos bastantes películas. Y además del sofá del salón, la cocina sería otro de mis espacios favoritos. Cocinamos bastante, y sobre todo el finde, mientras Miguel cocina, yo estoy sentando en la isla tomando un vino mientras conversamos. Esos pequeños momentos son los que dan sentido a la vida”.
Jesús, ¡muchas gracias por recibirnos en tu casa!