Diego Guillén es una de esas personas que tienen un magnetismo especial y que transmiten pasión por lo que hacen. Periodista e interiorista, Diego ha hecho casi de todo a lo largo de su vida. Es un apasionado de la iluminación, le encanta cocinar, ha trabajado para firmas como Nestlé, puso vida a cinco piezas de Lladró en un libro, hizo la prueba para entrar a MasterChef… un hombre polifacético que vive en una casa luminosa y minimalista en Zaragoza que acabamos de visitar para compartirla con todos vosotros.
“Vine a vivir aquí hace ya 11 años, de alquiler. Era un piso de obra, y me gustó porque la podía estrenar y ponerla a mi gusto. Empecé a decorarla sin saber cuánto tiempo pasaría aquí. Lo que sí que tenía claro es que quería muchos espacios de almacenaje, porque tengo muchos libros, recuerdos de viaje, piezas como el Perrito de Jeff Koons que me traje de Italia… Realmente, me gusta que la casa esté llena de cosas que forman parte de mí, que me recuerden pedazos de mi vida. Cuando me siento en el sofá y miro la librería, me transportó a esos momentos que me han hecho feliz, o me hacen recordar a la gente que me ha regalado esos objetos, y eso me parece muy bonito”, explica Diego Guillén mientras estamos sentados en el sofá de su casa.
Entre esos elementos que hacen que Diego recuerde momentos o personas, destacan piezas como unos caracoles de cristal de Murano que compraron sus padres durante la luna de miel, y que Diego se trajo aquí cuando se mudó a vivir aquí. O una colección de candelabros que dejó de comprar hace tiempo ante la imposibilidad de seguir almacenándolos, y que le gusta encender, porque cada uno de ellos le transporta al sitio donde los compró.
La iluminación, clave en casa de Diego Guillén
Además, en la casa de Diego, la iluminación es uno de esos elementos clave: “Para mí, la iluminación es muy importante porque es lo que he vivido siempre desde pequeñito. Mi padre dirigía una tienda muy grande de iluminación en Barcelona, y entonces, cuando vine a esta casa, cuidé mucho este aspecto”.
La casa es práctica y funcional, con un estilo muy neutro en el que destacan el blanco y el negro, además de la presencia de cristal en elementos como la mesa de comedor, creada a medida, o las sillas de Kartell, que fascinan a Diego desde que era pequeñito. Con esa presencia de muebles transparentes, se consigue el efecto de dar mayor amplitud al espacio.
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La joya de la corona: un sillón de Erico Navazo
En la zona de estar destaca una pieza en la que Diego Guillén está sentado mientras mantenemos esta conversación: un sillón diseñado por el interiorista Erico Navazo que se ha convertido en una de las joyas de la casa. “Yo conocí a Erico Navazo en Casa Decor, me llamaba mucho su trabajo. Y la verdad es que me apetecía mucho tener una pieza de este interiorista español. El sillón se llama Claudia, que me parece muy divertido, y es un diseño que Erico hizo para Ormo’s, una firma andaluza de sofás”, señala Diego.
A Diego también le gusta tener arte en casa. “Tengo obras de artistas aragoneses. Por ejemplo, el cuadro grande es de Javier Garanto. Este artista es de Huesca, y yo lo conocí porque ganó un concurso de jóvenes de cómics que organizaba el Instituto Aragonés de la Juventud cuando yo trabajaba allí. El cómic con el que ganó me enamoró, de hecho, tengo el original. Y tiempo después, en Instagram, vi esa obra suya, y se la compré. Ese otro cuadro es de Federico Contín. Estuve en una exposición de él, me fascinó su obra, y más adelante, quise que me hiciera ese retrato que es muy especial para mí, ya que me lo quise hacer por una fecha concreta para recordar la cara que tenía en ese momento, pocos meses después de que falleciera mi padre. Y yo aún lo veo, y me veo la cara triste. Este cuadro fue un poco terapia para mí”, cuenta Diego.
Además de cuadros, Diego también tiene fotografías de viajes o lugares que le han marcado. “Aunque ahora hacemos menos fotos, yo antes cuando viajaba me iba con la cámara, hacía muchas fotos, y luego elegía algunas y las enmarcaba, porque son momentos de mi vida. Por ejemplo, está la Sagrada Familia de Barcelona, porque yo nací en Barcelona, están las manos de los Amantes, porque mi padre es de Teruel, yo me llamo Diego, y porque mi padre se declaró a mi madre con una frase de los Amantes. Hay una foto de Italia, porque mi segundo apellido es de Nápoles, mi familia es de origen napolitano. También hay otra foto de Nueva York, concretamente de Central Park, ya que fue el primer gran viaje que hice solo cuando tenía 20, o una foto de Polonia, porque viví allí. Realmente, estas fotografías son momentos de mi vida”.
La cocina, muy importante para Diego
Una lámpara a medida en el dormitorio
En el luminoso dormitorio de Diego destaca el armario de 5 metros, además de una araña que diseñó Jean Nouvel para Luxiona. “En origen era una araña con diez brazos, y en casa no cabía porque cada brazo son 5 o 10 metros. Pero conseguí que me la adaptaran en fábrica, para que encajara sobre cada mesilla. Las mesillas las compré en Barcelona, ya que aquí no encontraba nada que me encajara, y me encantan porque tienen un punto retro y masculino. Y el despertador que ves sobre la mesilla es el mismo que tenía cuando era pequeño. Mi padre compró dos despertadores para mi hermano y para mí, y lo tengo desde entonces. Me gusta despertarme con música”, explica Diego.
En el dormitorio también destaca un cuadro que le hicieron a Diego en Poesía en Piedra. “En uno de mis últimos viajes a Estados Unidos estuve en Luisiana, Carolina del Norte… y vi un cuadro con pájaros que estaba basado en un escritor americano que cuenta la historia de esta frase, ‘qué pasa si caigo, qué pasa si vuelas’. No me pude traer el cuadro, porque era de un tamaño exagerado de 2 metros, pero me guardé la frase. Y dije, alguna vez, la utilizaré. Y a la vuelta a Zaragoza, conocí a estos genios de Poesía en Piedra, y les pedí que me hicieran un cuadro con los pájaros, y la frase. Y ahí está colgada desde entonces”.
El paso de periodista a interiorista
Durante la conversación, se nota el interés de Diego por la decoración y el diseño de interiores. Un interés que le ha permitido dar el salto del mundo del periodismo y la comunicación al mundo del interiorismo. “Tengo 43 años, y he estado más de 20 años dedicado al periodismo. Una primera parte, dedicada a la prensa escrita, que es lo que más he hecho, pero también a la televisión, la radio y la comunicación corporativa. De esos 20 años, los últimos 10 me he dedicado a la comunicación digital. Cuando estalló el boom de las redes sociales, yo ya estaba haciendo un posgrado de redes, y acabé gestionando cuentas para empresas como Nestlé, instituciones públicas, o incluso para periódicos”.
La pregunta es… ¿Cómo tras tantos años trabajando de periodista, alguien decide dar un cambio radical en su vida para dedicarse al interiorismo? Diego nos explica que “Trabajando de periodista, un mes antes de que nos encerraran en casa a causa de la pandemia, una amiga mía me regaló por mi cumpleaños un libro. En ese momento no tenía tiempo para leerlo, y lo comencé durante el confinamiento. Yo siempre digo que ese libro, o que mi amiga Amparo, que es la persona que me lo regaló, me ha cambiado mi vida. En un momento del libro, hay un ejercicio que hace que te preguntes por qué estás aquí y no en otro sitio. Entonces, recuerdo que estaba leyendo ese trozo del libro en la cama, y dije, qué hago aquí, por qué hice periodismo, por qué trabajo de esto… y tuve un momento flashback, porque sin quererlo, mi cabeza volvió al colegio, a un momento en el que me preguntaron qué quería ser de mayor, y yo dije que decorador. Porque claro, yo de niño, iba a la tienda de iluminación de mi padre, una tienda de 3 plantas en Barcelona, donde iba todo el mundo a comprar, yo iba a las ferias, a Milán… yo vivía todo eso, y cuando lo dije en el colegio, mi profesora me dijo que eso no era nada. Que yo tenía que hacer algo más importante con mi expediente académico. Entonces, al cerrarse esa vía, y como me gustaba mucho leer y escribir, me fui a periodismo”.
Esa lectura, y esa pregunta en pleno confinamiento, provocó en Diego un cambio mental que le llevó a decidir un cambio radical en su vida para retomar aquel futuro con el que soñaba cuando era niño. Así que empezó a buscar sitios donde estudiar diseño de interiores, hizo varias entrevistas de acceso, y al final, se inscribió en un máster de interiorismo de 12 meses que hizo en menos tiempo. “Acabé de los primeros de mi promoción, y bueno, cerré la puerta al mundo del periodismo para dedicarme al interiorismo. Llevo más de un año haciendo proyectos, reformas, viajando mucho para conocer proveedores, y planteando proyectos muy interesantes que irán viendo la luz en los próximos meses”.
Dentro de ese proceso para generar espacios, a Diego le encanta imaginarse cómo vivirán los futuros propietarios que habitarán los espacios que diseña. “A mí me encanta llegar al piso vacío, y antes de nada, pasar varias horas sentado en el suelo, ver cómo funciona la luz, como se mueve, como se refleja … entonces mi cabeza empieza a construir ese espacio de la nada. Me gusta plantear el espacio en sí, no solo cómo se decora, sino cómo se construye ese espacio, cómo se va a vivir…”, explica Diego Guillén.
El rincón y las piezas favoritas
Realmente, aunque la casa no es demasiado grande, durante la entrevista queda claro que esta vivienda es una casa muy vivida. Y ante la pregunta sobre cuál es su rincón favorito, Diego tiene claro que disfruta de toda la casa, dependiendo del momento. “Me encanta tumbarme en la chaise longue para ver películas, o para leer por las noches. Pero también me gusta mucho el momento en que viene gente, y me siento en torno a la mesa para disfrutar de la comida y charlar tranquilamente. En la cocina también me gusta pasar mucho rato cocinando. Y en la terraza me gusta trabajar en primavera con el ordenador”.
Respecto a las piezas favoritas, la cosa se complica, porque Diego Guillén tiene apego a muchas de las cosas que tiene en su casa. Desde su vajilla a la cristalería, la cubertería, el juego de café… Pero si tuviera que limitar y elegir piezas o elementos concretos, Diego tiene claro que se quedaría con el juego de caracoles de cristal de murano de sus padres, porque “si un día tengo hijos, querría que pasaran a ellos.
Junto a los caracoles, Diego también señala el sillón de Erico Navazo, las sillas de Kartell, o las distintas lámparas que tiene en casa.
Diego Guillén, ¡muchísimas gracias por recibirnos en tu casa ¡Ha sido un placer charlar contigo!